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  • Foto del escritorAugustinian Vocations

Tres objetivos para unirnos en torno a la evangelización

Por Jeremy Hiers, OSA


En 1995, los obispos de Estados Unidos publicaron el documento VAYA Y HAGA DISCÍPULOS: Un Plan y Estrategia Nacional para la Evangelización Católica en los Estados Unidos, que describe tres objetivos específicos y concretos para la evangelización que son útiles para discernir una visión de la evangelización en nuestro mundo moderno:

  • Objetivo 1: Provocar en todos los católicos tal entusiasmo por su fe, que al vivir su fe en Jesús, la compartan libremente con los demás.

  • Objetivo 2: Invitar a todas las personas en los Estados Unidos, cualquiera que sea su origen social o cultural, a escuchar el mensaje de salvación en Jesucristo para que puedan venir a unirse a nosotros en la plenitud del Fe católica.

  • Objetivo 3: Fomentar los valores del Evangelio en nuestra sociedad, promoviendo la dignidad de la persona humana, la importancia de la familia y el bien común de nuestra sociedad, para que nuestra nación siga siendo transformados por el poder salvador de Jesucristo.

El primer objetivo se centra en la renovación interior. Esto nos permite invitar a otros no solo a unirse a nosotros en nuestra viaje hacia Dios (Objetivo 2), pero también fomentar los valores del Evangelio en la sociedad (Objetivo 3).


Creo que aquí es donde está el corazón de Entra en juego la comunidad agustiniana. Según San Agustín en las primeras líneas de la Regla, el propósito de reunirnos como comunidad de fe es vivir en armonía y compartir un único propósito: caminar hacia Dios con una sola mente y un solo corazón (La Regla, I, 3).


Dicha comunión sólo puede lograrse cuando cualquier sentido de orgullo, poder y posesividad es superado por un espíritu de amor y unidad entre los miembros de la comunidad. En la raíz de toda vida comunitaria agustiniana está la vida compartida en común; una vida en la que todos los hermanos, compartiendo de sí mismos, construyan un camino para descubrir a Dios en sí mismos y en los demás. Todos han sido creados a imagen y semejanza de Dios, por eso Agustín llama a quienes siguen la estilo de vida agustino honrar mutuamente a Dios unos en otros (Regla, I, 9).


Como lo demuestran la historia y nuestro presente, alejarse de la inclinación humana hacia el orgullo, el poder y la posesividad que conduce a tanta injusticia en nuestra sociedad no es fácil. Se requiere renovación cada día dentro de la vida de la comunidad. El modo de vida agustino incluye varias vías a través del cual se produce dicha renovación diaria: culto y oración común, compartir todo en común para que se satisfagan las necesidades de todos los hermanos en comunidad, una amistad que no sólo respete las diferencias sino que también las abrace y el cuidado mutuo de uno otro entre otros principios clave.


Todos estos pueden ser caminos para la “renovación interior”.


Todo esto nos permite no sólo vivir juntos físicamente, sino también espiritualmente, logrando no sólo “unidad de paz y armonía” sino también “unidad de propósito, comprensión y afecto sincero, de modo que todos los religiosos Parece ser solo uno.”[2]. Cuando permanecemos fieles, a través de la renovación diaria de nuestro compromiso con estos principios (Objetivo 1), podemos esperar atraer a otros a esta forma de vida (Objetivo 2) e invitarlos a unirse a nosotros para fomentar justicia y paz en la sociedad (Objetivo 3).


Estos mismos preceptos pueden extenderse a parroquias, santuarios, escuelas y otros ministerios.


 

Es importante señalar que Id y haced discípulos, como muchos de los otros que hemos visto en esta serie, afirma los roles complementarios de los ordenados, religiosos y miembros laicos del Cuerpo de Cristo para llevar a cabo estos objetivos:

“La evangelización en la parroquia debe verse como un esfuerzo colaborativo que surge de una asociación entre el clero y los laicos. Los sacerdotes tienen un papel especial de liderazgo en la ejecución de este plan, pero no deben sentirse aislados, sobrecargados o frustrados al implementarlo”.- Id y haced discípulos, núm. 86.

En otras palabras, tanto los laicos como los ordenados y los religiosos están invitados a través del Objetivo 1 a crear renovación dentro de su comunidad de fe (por ejemplo, parroquia, grupo de intercambio de fe, familia, etc.); invitar a otros a compartir la fe a través del Objetivo 2; y luego usar ese don de la unidad para promover los valores del Evangelio en la sociedad a través del Objetivo 3.

Además, uniendo sus fuerzas, que los laicos remedien las instituciones y condiciones del mundo cuando éstas inducen al pecado, de modo que puedan conformarse a las normas de la justicia, favoreciendo en lugar de obstaculizar la práctica. de virtud. Al hacerlo, impregnarán la cultura y las obras humanas de un valor moral.- Catecismo de la Iglesia Católica, núm. 909.

El estilo de vida agustiniano proporciona principios para construir la unidad dentro de una comunidad de fe que puede extenderse a otros religiosos, a los ordenados no religiosos y a toda la fe laica.


 
Obtenga más información sobre lo que significa ser agustino consultando nuestras otras publicaciones de blog aquí
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