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Construyendo comunidad

Cómo vivimos, construimos y fortalecemos la comunidad
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Explicar una forma de vida nunca es sencillo. Lo siguiente es un intento de detallar la vida comunitaria agustiniana.

Una comunidad agustiniana es básicamente una comunidad cristiana, que vive, reflexiona y proclama el mensaje de Jesús. La vida de la comunidad se caracteriza por la reflexión, la oración y la misión. El espiritualidadLa  (tradición espiritual - en italiano, espiritualità) de San Agustín ofrece algunas actitudes para esta vida: un espíritu caracterizado por amistad,interioridad, la búsqueda de la verdad, la experiencia comunitaria, la sensibilidad hacia los desfavorecidos, la valoración y respeto de la dignidad de todo ser humano y el servicio amoroso. El yo interior fue uno de los descubrimientos más importantes de Agustín para su propio beneficio.

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Eligió el camino de la interioridad para conocer a Dios, conocerse a sí mismo y contemplar la realidad. Lo que aquí se llama interioridad en inglés es interioridad en español e interiorita en italiano. Agustín descubrió que encontramos a Dios en el centro de nuestro ser, y en ese encuentro llegamos a conocernos también a nosotros mismos. Nunca se le había ocurrido comenzar y terminar en el interior para ser feliz, y así lograr una satisfacción basada en realidades espirituales más que en realidades de esta tierra.

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Agustín destacó la importancia de la disposición interior. Él dijo: "Cuando oréis a Dios con salmos y cánticos, las palabras pronunciadas por vuestros labios deben estar vivas en vuestros corazones". La Espiritualidad Agustiniana (tradición espiritual) anima al individuo a buscar a Dios dentro de sí mismo, a "separarnos de nosotros mismos" y de los excesos de este mundo, a cuestionarse a sí mismo y, al hacerlo, descubrirse a sí mismo y renovarse en el vida espiritual. Y al encontrarse a uno mismo, encontrar a Dios, Hacedor de todo.

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Comunidad: ideales

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La idea agustiniana de comunidad se ve favorecida por la caridad, la amistad, la oración en común y la humildad. La caridad alimentará la confianza, la sinceridad y la comprensión mutua. Une a las personas con Cristo a través del Espíritu Santo, ayudándolas a reconocer los ejemplos del amor de Dios en los acontecimientos y circunstancias de la vida. Así, unidos en la caridad, los agustinos están llamados a mostrar a los demás los dones que reciben de Dios y a compartirlos con los demás. La comunidad agustiniana aprecia lo que tiene valor y lo ofrece a Cristo, de quien proviene todo el bien y en quien todo se reúne.

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La amistad en Cristo no sólo ayuda al desarrollo de cada miembro de la comunidad sino que también aumenta la libertad en la comunidad misma. La apertura de espíritu en comunidad potencia el diálogo y permite disfrutar de la autonomía necesaria para el mejor servicio de Dios. La humildad (humilitas) y la pobreza son base y signo de la vida comunitaria. Están tan íntimamente ligados que Agustín declaró que nadie podía ser llamado "pobre en Dios" sin ser también una persona humilde.

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Por medio de la pobreza y la humildad una persona en la vida religiosa agustiniana considera que todo lo que posee, ya sea espiritual o material, pertenece a todos porque ha sido dotado de esos bienes sólo para administrarlos en beneficio de los demás. Los religiosos agustinos manifiestan principalmente su ofrecimiento a Dios mediante la práctica de los votos, que en el derecho canónico de la Iglesia se identifican como pobreza, castidad y obediencia. (en latín povertas, castitas, obedencia)

 

Es la marca del amor la que da su identidad especial a la observancia agustiniana de los votos. Esta identidad espiritual de la Orden tenía dos fundamentos. El primero fue la persona de San Agustín de quien recibió su concepción de la vida religiosa, en particular la importancia de la búsqueda interior de Dios y de la vida en comunidad. El segundo fue el movimiento mendicante por el cual la Orden de San Agustín se convirtió en fraternidad apostólica.

 

Comunidad: comunión

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La comunión de vida deseada por los agustinos mientras estamos en la tierra es un anticipo de la unión plena en Dios que sólo se experimentará en el cielo, y es un camino que conduce a esta meta eterna. Por intención de Agustín, la comunión de vida se asemeja en su espíritu a la de la comunidad apostólica descrita en la Biblia en los Hechos de los Apóstoles 2:42-48. Este pasaje de las Escrituras está virtualmente parafraseado en el Capítulo 1 de la Regla de Agustín, donde dice: "Primero que nada, ya que por esto os habéis reunido en comunidad, vivís en casa en armonía y tenéis una sola mente y un solo corazón, decididos a Dios."

"Y no poseáis nada como propio, sino tenedlo todo en común, y dejad que os sea repartido... según cada uno tenga necesidad." Escribiendo en su Vida de los Hermanos, el erudito dominico Jordán de Sajonia (1190 - 1237, y que no debe confundirse con un agustino del mismo nombre) reflexionó sobre el pensamiento y la intención de Agustín: "Vemos que basó toda su religión sobre la comunidad o, mejor aún, sobre la comunión".

 

 

Esta comunión cristiana agustiniana es cuádruple:

a) de vivir juntos bajo un mismo techo,
b) de unión espiritual,
c) de posesión común de los bienes terrenales, y
d) de distribución proporcional de bienes.

 

Entre estos cuatro, se debe dar prioridad a la comunión espiritual, de lo contrario la convivencia no serviría de nada. Agustín afirmó: "Muchos cuerpos, pero no muchos espíritus; muchos cuerpos, pero no muchos corazones". (Ennar. En Sal 132,6), y "Nuestras almas no deben ser muchas almas, sino una sola alma, la única alma de Cristo". (Carta 243, 4)

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La identidad espiritual de la Orden tenía dos fundamentos. El primero fue la persona de San Agustín de quien recibió su concepción de la vida religiosa, en particular la importancia de la búsqueda interior de Dios y de la vida comunitaria. El segundo fue el movimiento mendicante por el cual la Orden de San Agustín se convirtió en una fraternidad apostólica.

 

La forma en que nació la Orden de los Agustinos hizo que recibiera de ella ciertos elementos esenciales. La vivencia de estos cuatro elementos indica fuertemente la esencia y naturaleza específicas de la Orden Agustiniana. Estos cuatro factores contribuyentes fueron:

(1) los principios del ideal monástico particular de San Agustín de Hipona,
(2) la fundación formal de la Orden por varios decretos del Papa Inocencio IV en 1244 y del Papa Alejandro IV en 1256
(3) su condición de orden mendicante
(4) El estilo de vida de una comunidad propuesto por Agustín tanto en su Regla como en su ejemplo personal enfatizaba la renuncia a las desigualdades debidas a los privilegios que un individuo pudiera haber recibido antes de unirse.

 

Todos los miembros pueden desarrollar cualquier talento que les haya dado el Señor.

(1) La comunidad no está limitada a la localidad geográfica a la que está asignado un miembro, sino por la intención de la contribución papal al inicio de la Orden, y puede vivirse en cualquier punto donde la iglesia universal tenga necesidad de Comunidades agustinas para servir.

Para obtener más información sobre cómo la formación de la Orden cumplió el deseo de la Iglesia de abordar las necesidades del siglo XIII, haga clic aquí.

(2) El carisma de ser mendicantes permite a la orden moverse sin limitaciones geográficas ni económicas, atendiendo a las necesidades del Pueblo de Dios.

La orden está al servicio de cada sociedad, viviendo en ella y poniendo ante ella el ejemplo de su comunidad agustiniana.

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