Una reflexión del P. Kevin DePrinzio
En términos del servicio, estamos invitados a participar en el servicio del Pueblo de Dios dÃa sà y dÃa también y acompañarlos en sus luchas de la vida, sus alegrÃas de la vida, en el camino de la vida que todos compartimos juntos. .
Hay muchas ocasiones en las que los agustinos pueden ponerse muy cabezones porque el Pueblo de Dios es muy generoso con nosotros. En términos de simplemente decir: "Ustedes son los mejores predicadores, los mejores maestros... ¡son los más guapos que jamás hayamos visto!". (Se rÃe.) ¡Y lo entendemos, lo entendemos! Pero lo asombroso de esto es que el saldo, que en el momento en que cruzas el umbral de la puerta del convento, uno de nuestros queridos hermanos a quienes estamos comprometidos nos recordará que nos olvidamos de lavar los platos en la mañana. . Nos recuerdan nuestra humanidad.
Creo que esa esuna lente única que AgustÃn tenÃa sobre el Evangelio: nos invita a regresar a la realidad, a regresar a la humanidad: el dÃa tras dÃa... en que en cada uno de esos momentos, Dios está presente. . Que nos recordemos unos a otros que Dios está presente.
En muchos de los sermones de AgustÃn, dirá que todos somos necesarios para la salvación de los demás; que en realidad todos estamos llamados a sacar lo mejor de cada uno. Eso ocurre en todos los aspectos de la vida: vida religiosa, matrimonio, amistad, vida de solterÃa. Se trata de ser seguidores de Jesús. No se trata de hacerlo solo. Pero hacerlo juntos, de varias maneras, pero encontrándonos en el camino y sacando lo mejor y acercándonos unos a otros a Cristo.
Creo que eso es para mà la vida agustiniana. Se trata de sacar lo mejor de mÃ, espero. Estoy segura de que no siempre saca lo mejor de mà dependiendo del dÃa... o de la hora. Me gusta pensar que soy una persona mañanera, ¡pero tal vez no tanto! (Se rÃe.) Entonces no siempre somos perfectos, ¿verdad?
Pero pienso en esos diversos momentos en los que miro hacia atrás en mi vida y que me trajeron a este momento... Creo que esa es la excelente manera en que estamos llamados a compartir nuestras historias. Estamos siendo invitados a regresar realmente y ver la actividad de Dios. Esa era nuestra esperanza para este perÃodo de hoy: que podamos volver atrás y contar nuestra historia. Cómo Dios ha manifestado Su presencia al hacer todo tipo de cosas maravillosas en cada una de nuestras vidas.
Recuerdo esos dÃas en los que caminaba por los pasillos de la escuela secundaria Monsignor Bonner cuando era adolescente y no siempre sabÃa qué diablos estaba pasando. Pero saber que estaban estos hombres con túnicas negras (habÃa diez de ellos en ese momento en mi escuela) y si tuviera que darles los nombres: todos eran personajes en sà mismos. Y habÃa esa mÃstica en ellos que recuerdo estar de pie entre Bonner y Prindy, esperando el autobús y mirando a través del convento preguntándome: "¿Qué pasa en esa casa?" Y luego, cuando llegué allÃ, descubrÃ: "¡No pasa mucho!". (Se rÃe.) ¿Esa mÃstica de lo que sucede detrás del convento? Bueno, la humanidad ocurre allÃ. La presencia de Dios ocurre allÃ. Allà ocurren luchas. Allà sucede la alegrÃa. Y AgustÃn dice que la búsqueda de Dios - juntos - ocurre allÃ. Y eso es lo que me llamó.
Mi hermano, poco después de que entré, él y yo tenemos personalidades opuestas, apariencias opuestas: él está muy tatuado, amigo es cada dos palabras que salen de su boca, yo solo uso la palabra amigo cuando lo cito... Poco después de que salimos de la casa al mismo tiempo, yo salà para entrar [a la comunidad agustiniana], él se fue para casarse con su esposa. Él dijo: "Amigo, cuando Dios te llamó, ¿cómo fue? ¿Vino un ángel?
Y le dije: "Primero déjame hacerte una pregunta, amigo, ¿cómo fue? ¿Cuándo supiste que debÃas casarte?
Él dijo: "Fue después de un par de citas, fue algo que se me vino encima. TenÃa este presentimiento profundo, se suponÃa que pasarÃa el resto de mi vida con ella. Y eso es todo lo que iba a hacer; simplemente Lo sabÃa. Lo estaba escuchando de otras personas que decÃan: 'Ella es la indicada'.
Y dije: "Bueno, en muchos sentidos, eso fue lo que sentà para mà cuando conocà a los agustinos... que habÃa algo inexplicable". Pero pensé: "Creo que se supone que debo pasar el resto de mi vida con estos tipos, para bien o para mal". Pero es realmente para bien. Esa es una llamada. Esa profunda sensación de saber que todos tenemos en distintos momentos. Simplemente tenemos que seguir adelante porque creo que ahà es donde habita el EspÃritu Santo: ese tirón, esa sensación de náuseas que a veces tienes, esas mariposas en el estómago... A veces pienso que esa es la obra del EspÃritu en nuestra vida. vidas: el momento es el que está causando lo que sucede allÃ.
Y ese momento sigue ocurriendo dÃa tras dÃa, de vez en cuando. Que este es un grupo de muchachos - este es un grupo de hermanos - a los que llamarÃa para encontrar a Dios con ellos. Y gracias a ellos, de ahà surge un mayor deseo de servir al Pueblo de Dios y a la Iglesia.
Realmente ha sido una bendición: retrocedo 17 años viviendo en comunidad y... ¿SabÃa exactamente en qué me estaba metiendo? ¿Alguno de nosotros lo sabe? ¿Alguna vez? ¿Exactamente en qué nos estamos metiendo? Pero estamos invitados a seguir profundizando esos momentos iniciales. PodrÃamos obtener un mejor vocabulario o una mejor palabra. ¿SabÃa que los agustinos tenÃan que ver con la comunidad y la búsqueda conjunta de Dios? No. Pero habÃa algo en ellos que me llevó a comprenderlo.
Y por eso nuevamente te invito a preguntarte: ¿qué es lo que te trajo a este momento? ¿Para este dÃa? ¿Quiénes son las personas en tu vida que quizás causan o causaron mariposas? ¿Quizás la sensación de náuseas? ¿El nerviosismo? Ese sentimiento que, con suerte, sacó lo mejor de ti. Porque esa es la actividad de Dios, invitarte a que luego compartas tu historia.