Por el Hno. Nicholas Mullarkey, OSA
Cuando la gente dice que los agustinos son “contemplativos activos”, puede sonar como un oxímoron (como decir “muy caliente”, o cuando el P. Stephen Isley afirma que va a salir a “correr tranquilamente”) . Pero como ocurre con muchas cosas en nuestras vidas como católicos, esto no es algo que signifique “esto o lo otro”. Más bien es algo que es un “ambos/y”. Por ejemplo, necesitamos AMBOS amor a Dios Y amor al prójimo porque son mutuamente interdependientes. También creemos en TANTO las Escrituras como la Tradición como fuentes de Revelación Divina. Por lo tanto, ser AMBOS activo Y contemplativo es definitivamente compatible; no tiene por qué ser mutuamente excluyente.
Si bien los agustinos tenemos ministerios activos en parroquias, escuelas y otras áreas, también consideramos la oración como una parte fundamental de quiénes somos. Pero la oración no es sólo algo que “hacemos”. Nuestras vidas activas SE EXTIENDEN y SE ALIMENTAN de nuestras vidas de oración. Nuestra dimensión contemplativa es un componente esencial de quiénes somos. Esto se remonta a nuestras raíces como ermitaños en Toscana, y también a la vida del propio San Agustín. Aunque estaba muy ocupado como obispo de Hipona, todavía tenía tiempo para orar. Esto es especialmente evidente en su uso sin esfuerzo de las Escrituras a lo largo de sus escritos, lo que sólo podría resultar de pasar un tiempo serio de oración con las Escrituras. También me encanta la historia de Agustín y su madre, Mónica, en Ostia. No eran ermitaños ni religiosos de clausura, pero aun así compartieron juntos una experiencia asombrosa de profunda oración contemplativa en Ostia antes de la muerte de Mónica.
Lo que es realmente interesante es pensar en combinar todo este discurso sobre “activo” y “contemplativo” con el énfasis agustiniano en la comunidad. Consideramos la vida comunitaria como el núcleo de nuestra identidad y la fuente de la que se alimentan nuestros ministerios. Entonces, cuando combinas oración y comunidad (también conocida como oración comunitaria), obtienes una doble espiritualidad en el corazón de la vida agustiniana, de la cual procede nuestra vida activa.
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